Con el otoño muchos árboles empiezan a dar sus preciados frutos, como avellanas, nueces y por supuesto las esperadas castañas. Seguramente estas últimas son las que más se recuerdan, y esperan, llegada está época.
Propio de muchos pueblos y ciudades es el olor a castañas asadas inundando multitud de calles y haciendo cambiar de dirección a cualquiera para ir en busca del puestito a pie de calle que tiene esas castañas asadas, calentitas y riquísimas.
¿Y si en mi zona no hay puestos de castañas?
Sin problemas, en caso de que los puestos de calle no hayan cogido posiciones, en los mercados se pueden encontrar todo tipo de castañas, frescas, peladas, asadas… Basta con mirar su piel brillante y tersa para saber que el fruto será bueno.
Y si no…, qué mejor época que el otoño para aprovechar y pasar un fin de semana diferente en una casa rural cerca de una zona de castañeros para no solo disfrutar de castañas recién recogidas sino del paisaje tan bonito que forman estos impresionantes árboles.
Soto de Castaños – Burbia by Jlmg
En el entorno rural son muchos los que disfrutan no solo de comer este producto sino también como tradición de ir en su busca y recolectarlo. Hace años tener un castaño cerca significaba tener sustento. Y es que este fruto aporta un alto valor energético y tiene múltiples aplicaciones en la cocina. Ya sea como parte de un plato principal, en un postre o licor. Son numerosas las zonas de castañares, como las sierras de Lugo, Ourense y León. O incluso las zonas de medianías de Gran Canaria y Tenerife.
No cabe dudas de que las castañas son y seguirán siendo una parte importante de la gastronomía de muchas regiones de España.