Hay muchas rutas gastronómicas que discurren por las serpenteantes carreteras secundarias de España. Perderse por ellas es disfrutar de los cambios de paisajes y dejar atrás los atascos y los peajes. Disfrutar del aire puro que regala el entorno rural y olvidarse del tiempo.¡ Esconded el móvil!
Y como toda ruta en coche, hay que hacer las paradas de rigor para retomar fuerzas. Segovia ha sabido encontrar el equilibrio entre la cocina tradicional y la nueva cultura gastronómica, todo esto acompañado de un excelente vino tinto de la tierra.
En la misma capital de Segovia se pueden encontrar multitud de restaurantes donde tomar un refrigerio antes de comenzar la ruta. Ya en ruta, hacemos la primera parada en Pedraza, un lugar para los amantes del medievo, donde destacan el cordero asado, el judión de la Granja, el cochinillo asado o el ponche segoviano.
Seguimos hasta Sepúlveda, Declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1951, donde se encuentra la primera iglesia románica construida en la provincia. Este pueblo situado a pocos kilómetros del Parque Natural de las Hoces del Río Duratón es un lugar idóneo para estirar las piernas y bajar las calorías que se han ganado por el camino.